martes, 23 de febrero de 2016

Entrega: Dar y recibir incondicionalmente

Soy Analía Meiramamá de dos princesas. La mayor de ellas, Analía, tiene dos años y nació con síndrome de Down. La segunda, Catalina, tiene un mes de nacida. Con el nacimiento de mi primera hija aprendí que el amor de mamá todo lo puede y con la lactancia encontré la manera de entregarme incondicionalmente a ellas. 

Cuando nació Analia su estadía en el hospital se tuvo que prolongar y por ello tuve que acudir a la lactancia diferida. Usé una máquina extractora religiosamente cada tres horas, durante el día y la noche y almacenaba mi leche para llevársela al hospital. Aunque mi lactancia fue de una manera distinta y no tan cómoda, yo sentía que era lo mínimo que podía hacer por ella, era lo que nos unía en los momentos que no podíamos estar juntas. Saber que mi hija solamente necesitaba de mí para alimentarse y estar fuerte para todo lo que tenía que venir, fue lo que más fuerzas me dio para seguir. Su respuesta fue muy gratificante, hizo que todo el esfuerzo valga la pena. 

Con Catalina recordé que los inicios son siempre los más difíciles. Con ella seguimos conociéndonos en el camino de la lactancia y sé que con paciencia y amor todo será posible.







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